Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como El es. (1 Juan 3:2)
Referencias:
Job 19:26
Y después de deshecha mi piel, aun en mi carne veré a Dios;
Salmos 17:15
En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro; al despertar, me saciaré cuando contemple tu imagen.
Mateo 5:8
Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
Lucas 17:30
Lo mismo acontecerá el día en que el Hijo del Hombre sea revelado.
Lucas 20:36
porque tampoco pueden ya morir, pues son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.
Juan 1:12
Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre,
Juan 11:52
y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparcidos.
Juan 17:24
Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
Romanos 8:16
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios,
Romanos 8:19
Porque el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios.
1 Corintios 13:12
Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido.
2 Corintios 3:18
Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.
Colosenses 3:4
Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces vosotros también seréis manifestados con El en gloria.
2 Pedro 1:4
por medio de las cuales nos ha concedido sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que por ellas lleguéis a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de la concupiscencia.
1 Juan 2:7
Amados, no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que habéis tenido desde el principio; el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído.
1 Juan 2:28
Y ahora, hijos, permaneced en El, para que cuando se manifieste, tengamos confianza y no nos apartemos de El avergonzados en su venida.
1 Juan 3:1
Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El.
1 Juan 3:10
En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.
1 Juan 3:21
Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de Dios;
Apocalipsis 2:28
y le daré el lucero de la mañana.
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